miércoles, 10 de abril de 2013

VARGAS LLOSA Y LOS CANGREJOS

Al escritor Mario Vargas Llosa no le gustan las nuevas Presidentas o los nuevos Presidentes. No le gusta el modelo de distribución de la riqueza que se da en algunos de nuestros países. Escribió sobre el tres veces electo Rafael Correa y lo llamó cangrejo, porque en su opinión va para atrás en materia de libertad de prensa. Al Presidente Chávez, ganador de todas las elecciones, menos una, de los últimos 14 años en Venezuela, lo caricaturiza y de paso desliza desprecio hacia las muchedumbres llorosas en su artículo, “La muerte del Caudillo”. 
 
Pero ello no es suficiente, en el encuentro convocado en la Universidad de Lima, que se llamó América Latina Oportunidades y Desafíos, en marzo pasado, reúne a la crema de la crema del pensamiento conservador y desarrollan propuestas que realmente aparecen sacadas de la guerra fría, pero además preocupan por el carácter conspirativo, hoy contra Venezuela en pleno proceso electoral, y  siempre contra  las nuevas democracias y la modernidad hacia la que camina nuestro Sub Continente.

Quisiera  compartir algunas reflexiones que tal vez  le quiten un poco de ese estrés tan derechista que transmite. Quisiera que sirvieran también para esos jóvenes peruanos que, a través de las redes sociales, hacen gala de chauvinismo, contribuyendo con frases  conservadoras a la confusión sobre la realidad nuestra y tal vez  miren con otros ojos lo que pasa en el Perú. Es la ilusión que me hago.

Caudillo: Hombre que, como cabeza, guía y manda la gente de guerra. Hombre que dirige algún gremio, comunidad o cuerpo. Dice la Real Academia de la Lengua Española.

Es decir, no es peyorativo, simplemente describe una situación. Sería peyorativo si estos Presidentes o Presidentas, fueran dictadores, pero resulta que son  todo lo contrario tienen todo el respaldo permanente de la voluntad popular, ejercida a través del voto.  Le preocupa al escritor, la falta de democracia, el dispendio de los petrodólares venezolanos… la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, el ALBA (prefiere el ALCA, ver  México) y lo que llama la persecución a la oposición y a la prensa venezolana. Hace una triste comparación  con Franco, Trujillo o Stalin,  dictadores de signos opuestos.

Añade además algo insólito sobre  la democracia neoliberal, a la que define como “… el único sistema que ha sido capaz de conciliar la libertad, la legalidad y el progreso, creando oportunidades para todos en un régimen de coexistencia y de paz”.  Difícil de creer que piense seriamente eso, viendo a nuestra América, incluso a los Estados Unidos, donde hay 42 millones de personas en la pobreza y donde los votos se comercian y negocian como mercancía, por favor recordar los triunfos de Bush.

Mario Vargas Llosa tiene todo el derecho de escoger la ceguera, es su opción por las elites y la expoliación de nuestros pueblos, pero que nos lo brinde como verdad,  y que reúna el congreso de los conservadores para diseñar estrategias contra los pueblos justamente antes de las elecciones en Venezuela, es lamentable. Miremos lo que ocurre en Europa y los EEUU. Para alguien tan inteligente, debería bajar el perfil de los elogios y enunciados sobre las virtudes de esa democracia  del sistema neoliberal y del mercado.

Quisiera tratar de conversar y compartir por qué en este siglo XXI exactamente esa democracia neoliberal  es la cangreja y por qué  dirigencias fuertes han surgido para el rescate de los recursos de nuestros países y el intento de construcción de una democracia verdadera, en el marco del estado de derecho y respeto a los derechos humanos. Democracia económica, social, política, sólida y con esperanza.

Los 50 años transcurridos entre dictaduras militares y  políticas neoliberales destruyeron la incipiente institucionalidad que íbamos armando en esta América Latina, diversa, multicultural, inteligente y compleja. Cualquier intento de redistribución de la riqueza por tímido que haya sido, fue destruido. Desde Jacobo Árbenz en Guatemala de 1954, pasando por Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Perú (con Velasco aunque al escritor no le guste) Panamá, y lo peor, lo más cruel y antidemocrático que pudiera existir, el Golpe de estado en Chile, dirigido por Kissinger, la ITT, la Kenecott y encabezado por ese funesto y corrupto personaje  apellidado Pinochet.

Cualquier Intento de democratizar la riqueza fue ahogado en asesinatos, desapariciones y tortura. Detrás de todo ello estaban, muy entusiastas, las transnacionales petroleras, las de las comunicaciones, la SIP, es decir todos esos representantes de la democracia neoliberal que el novelista defiende  con su prosa impecable. Ese es el pasado.

Construir un estado de democracia social, institucional, que respete los derechos de los ciudadanos, requiere y ha requerido movimientos sociales muy combativos que generaron  un desarrollo de la conciencia y que trajeron como resultado Asambleas Constituyentes con  la presencia de dirigentes fuertes y carismáticos.

Ellos han  sido capaces de revertir esa tendencia antidemocrática y excluyente. Chávez, Lula, Dilma, los  Kirschner, Morales, Mujica, y Rafael Correa, en América del Sur, son el resultado de realidades propias y muy diferentes, pero con un denominador común: recuperar las riquezas para sus pueblos, recuperar la Patria unitaria y diversa,  para, justamente, iniciar los procesos democráticos tan necesarios. Devolver la dignidad librándose de la sujeción a transnacionales sin escrúpulos.  Restituir justamente el derecho de ser ciudadano, destruido por la codicia sin mesura de Petroleros, Banqueros y Fabricantes o vendedores de armas, que gobiernan ese sistema, exige confrontaciones indispensables.

Por qué defender a la Banca y a las transnacionales en contra de las mujeres, niñas, niños y hombres que conforman nuestros pueblos. Cómo justificar lo que ocurre con España, Portugal, Chipre o lo que hemos vivido en los previos 50 años de historia. Por qué no aceptar que el petróleo, el gas, la minería o las riquezas de varios de nuestros países, hoy sirven mejor a sus ciudadanos y ciudadanas. O peor aún, por qué decir que el petróleo venezolano está mejor en manos de las transnacionales que en las del  gobierno de Venezuela, convertido en viviendas, escuelas, o mejor aún en la Operación Milagro que ha curado de las cataratas en los ojos de miles de Latinoamericanos pobres. O que ha servido para calentar las casas de los indigentes en el Bronx, sí ese mismo de New York, al 60% del precio del mercado gracias a PDVSA.

Por qué no ver la opción de comer 3 veces por día como ocurre hoy en Venezuela, esos 25 millones de libros distribuidos gratuitamente en la Patria de Bolívar o aceptar que el Presidente Correa tiene razón y ha ganado batallas para los propios ciudadanos españoles contra el desahucio criminal de la Banca, privilegiando al ser humano, a la persona, sobre el capital, Correa dixit.
Por qué no aceptar que esa libertad de prensa es libertad de empresa, antidemocrática y terriblemente engañosa que oculta en el fango de palabras bien usadas o no, injusticias terribles. No aceptar que la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos pasa por la redistribución de la riqueza, el acceso a los medios de comunicación, y la confrontación con esos perversos detentores del poder ya descritos. Me entristece, repito, la ceguera voluntaria en una persona inteligente e influyente como es el escritor  paisano, en tanto que peruano.

Estimado Premio Nobel de la Literatura, reconozca que hay una reconstrucción y revisión ideológica de la teoría marxista y de los clásicos del capitalismo. Reconozca que es mucho más democrático un modelo que respete a los humanos y a las humanas por encima del dinero. Le haría mucho bien al espíritu y le facilitaría abandonar su actitud de cangrejo para entrar a la modernidad.

Mire lo que aquí en América del Sur se está haciendo, con los ojos de la Conversación en la Catedral  y verá que esta América está dejando de joderse y que la respuesta a ¿En qué momento se jodió el Perú?  (que dicho sea de paso sigue jodido) comienza a darse con el coraje, transparencia y audacia de estos latinoamericanos del Siglo XXI, de estos pueblos valientes y sí mágicos, místicos, religiosos, imperfectos, creyentes, capaces de conversar con pajaritos, construir una Teología de la Liberación o una nueva teoría económica que puede combinar la socialización con la propiedad privada, tienen la fuerza de obligar a compartir lo que siempre fue de unos pocos.

Anímese escritor, véalo con otros ojos y se alegrará de esta Patria Grande en el Siglo XXI y tal vez deje de formar parte de la gran conspiración contra Venezuela y las democracias conquistadas por nuestros pueblos.

Por: LUIS VARESE   

Tomado de  http://lamula.pe

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